jueves, octubre 17, 2013

Delirio: ciencia ficción y fantasía, número 1 (diciembre 2007)


Todavía recuerdo la gran alegría que supuso el adquirir este número 1 de una revista dedicada a los géneros literarios que más amamos. Relatos, novelas cortas, artículos y muchas ilustraciones conformando su contenido, Delirio ha conseguido llegar desde entonces hasta el número 11, manteniendo su publicación semestral y todavía en activo. Todo un logro del que nos congratulamos y, por supuesto, disfrutamos. En los tiempos en que este oscuro blog disponía de un breve espacio en la radio le dedicamos nuestro penúltimo programa (AQUÍ), pero quizá estaría bien ir comentando número a número con más detalle. Y a ello nos ponemos, aunque debo decir que no comenzamos con el 1, eso es una vulgaridad impropia de este blog, pues ya lo hicimos con el número 9 (AQUÍ).

La publicación se abre con un poema que casi roza lo mítico por lo conocido que es: Si… (1896), de Rudyard Kipling. A continuación, una Presentación de la revista a cargo de su editor y director Francisco Arellano. Y enseguida el primer relato, El dios de humo (1908), de Willis George Emerson. Una historia que se desarrolla en parte en el interior de la Tierra siguiendo la estela de la magnífica Viaje al centro de la Tierra (1864) de Jules Verne. El cuento de Emerson resulta algo pesadote en su intento de dar soporte científico a la teoría de que nuestro planeta está hueco a costa de aturdirnos con notas a pie de página, las cuales en su mayoría son fragmentos de textos de exploradores polares que servirían de base real a su planteamiento. No deja de ser entretenido, pese a esto, al menos como curiosidad, si bien literariamente el conjunto queda tocado. Quizás lo mejor sean las estupendas descripciones del viaje por los hielos eternos y el descubrimiento de una selva tropical allí donde es imposible que exista algo semejante. Apenas hay progresión narrativa, salvo aquella consistente en el puro avanzar y contar qué se van encontrando los protagonistas por el camino, adoptando las formas de un libro de viajes seudocientífico. A pesar de estos defectos importantes, es un regalo tener la oportunidad de leer una obra que si no se hubiera editado aquí jamás hubiéramos podido leer en nuestro idioma.




El código social (1909), de Erle Cox, es una tosca pero entretenida historia de un terrestre que se lía a distancia con una marciana… ¡casada! Quién iba a pensar que a los habitantes de Marte también les iba esto del matrimonio. Aunque ya deberíamos ser conscientes de esta apetencia alienígena gracias a la película dirigida en 1958 por Gene Fowler Jr. Me casé con un monstruo del espacio exterior. El relato, tal vez de manera inconsciente, nos muestra que los marcianos, pese a sus avances científicos, son tan duros de mollera como los terrestres. Cox sí que consigue, al menos, hacer creíble toda una civilización mostrándonos tan sólo lo que se llega a ver de ella a través de una superficie tal que un espejo. Llegamos a la mitad de la revista, y en esta su parte central podemos admirar los dibujos que Virgil Finlay hiciera para El sueño de una noche de verano de William Shakespeare.  


Tras el tan predecible como prescindible relato El grabado (no se termina de saber si lo escribió un tal William Wibsby en 1905 o bien se trata de una mistificación y su verdadero autor es Philippe Laborde-Castex, que lo pudo escribir en 1995: en ambos casos nos trae sin cuidado), podemos leer un cuento del siempre interesante Antonio de Hoyos y Vinent, El traje milenario (1926). Es una historia prehistórica tan simpática como intrascendente en la que lo que de verdad importa es hacer una gracia a costa de la vanidad femenina. Pero Hoyos y Vinent siempre es bienvenido. Pasamos a Notas de Arkham (1938), que como indica su título son notas y apuntes que H. P. Lovecraft realizara a lo largo de su vida. Ya sabéis que cualquier cosa del maestro nos vale, él está por encima del bien y del mal, así que quizá este sea el regalo más preciado que incluye este número 1 de Delirio. Más que nada por poder indagar con curiosidad implacable en la forma con que Lovecraft apuntaba ideas para cuentos y notas sobre cómo escribir historias de terror.


Plano de Arkham realizado por H. P. Lovecraft. 
Abajo, el plano adaptado por Joseph Morales. No dejéis de leer 
su artículo al respecto en la página web Cthulhu Files (AQUÍ). 


Caminos (1938), de Seabury Quinn, es un excelente relato sobre todo en su primera mitad, en la cual Quinn nos lleva sin aliento sorprendiéndonos de continuo. Hacia el final la previsibilidad de la historia estropea un poco su efecto y alarga demasiado el viaje justo antes del desenlace, lo cual acaba por descompensar el conjunto. Pero es un gran cuento, no lo dudéis. Aunque no tanto, también es un buen relato de terror con toques lovecraftianos Muy por debajo (1939), de Robert Barbour Johnson, en el que destaca de manera especial la fantástica idea de ambientarlo en los túneles del metro. Y llegamos al final de este número con El lecho-leopardo (1904), del que lo único que se puede destacar es que fue el segundo relato que escribiera Sax Rohmer, y con otro poema bien conocido de William Blake, El tigre (1794). Y así he intentado daros mis impresiones sobre el primer paso de un camino, valga la redundancia con permiso de Quinn, que hasta hoy está resultando apasionante: el de la revista Delirio. ¡Que no termine nunca!


 Portada del número de enero de 1938 de la revista Weird Tales
en el cual se publicó el relato Caminos de Seabury Quinn.


Portada del número de junio-julio de 1939 de la revista Weird Tales
en el cual se publicó el relato Muy por debajo de Robert Barbour Johnson.



DELIRIO: ciencia ficción y fantasía. Número 1. Diciembre 2007. Traducciones de Francisco Arellano; ilustraciones de Alphonse Maria Mucha, František Kupka, Charles Rennie Mackintosh, John A. Williams, Eulogio Varela, Virgil Finlay, Harry Clarke, Ernesto Durias, Hannes Bok y Edd Cartier; selección y presentaciones de Francisco Arellano. La Biblioteca del Laberinto. 174 p. ISBN 978-84-935407-6-0.       

2 comentarios:

WOLFVILLE dijo...

Tengo casi todos los "Delirios" y es cierto que siempre se mueven entre lo realmente interesante y cierto relleno. Pero nunca me arrepiento de leer uno ;)

Un saludo!!

Llosef dijo...

Es el riesgo de las compilaciones de relatos: siempre hay alguno que te deja frío. Pero de igual manera, y esto es lo que nos acaba importando, es difícil no encontrar cosas sorprendentes. En Delirio, como también en Barsoom (es estupendo poder contar con revistas así), no hay número en el que no me descubran algo, Wolfville. ¡Nada mejor se me puede ocurrir que nos ofrezcan! ¡Saludos!