viernes, septiembre 14, 2012

EAM # 31: Alicia en las ciudades, de Wim Wenders (1973)



La última entrega que he hecho por el momento para la página de cine El antepenúltimo mohicano corresponde al comentario sobre la película alemana dirigida por Wim Wenders en el año 1973 Alicia en las ciudades (Alice in den Städten). Mi favorita de Wenders con diferencia, al menos de las que he visto, que la verdad es que de sus últimas películas estoy que huyo un poco y no las quiero ver, vete tú a saber por qué. A pesar de que le eché toda la pasión que pude pues amo esta película, parece que lo que escribí no llegó a nadie. En fin, estoy en fase Philip Winter total. Puedes leer el comentario si te apetece




Phil, interpretado por Rüdiger Vogler, desesperado porque la realidad se le escapa. Sus fotografías no reflejan lo que él ve, todo es fantasmagoría y confusión vital.  


Menos mal que conoce a la niña Alicia (Yella Rottländer), un personaje aún más patético y solo que Phil. Porque Alicia no busca la soledad: su madre la ha abandonado en manos de un desconocido. Y sin embargo es ella quien insuflará nueva vida al desamparado Phil. La historia de cómo nace su amistad y cómo debe terminar nada más esta comienza a ser profunda es lo que narra Wenders en esta película prodigiosa. 






La cantante Sibylle Baier aparece en la película en un breve momento. La niña que sostiene en brazos es su hija en la vida real.


Fascinado por Baier se me olvidó comentar que la banda sonora de Alicia en las ciudades pertenece al grupo alemán Can, uno de los más importantes del krautrock y mi favorito junto a Neu! y Faust. Aquí acompañan con ritmos tranquilos y pausados las imágenes, lejos de ese caos terrorífico y genial que es su obra maestra Tago Mago (1971). 



jueves, septiembre 13, 2012

EAM # 30: Riff-Raff, de Ted Tetzlaff (1947)



Ay, que nadie piense que mi tardanza en volver a realizar una entrada en el blog es debido a que me he ido de vacaciones a algún lugar remoto y perdido a olvidarme de todo. Esto lo puedo hacer sin problemas desde el salón de mi casa. El problema es precisamente que no puedo estar en el salón de mi casa en bendita soledad y aislamiento del mundo. Pero bueno, no debo quejarme, que pronto volveré a ese estado amniótico y feliz. Por el momento, aquí va el enlace al comentario que escribí para El antepenúltimo mohicano sobre la magnífica película Riff-Raff, dirigida en 1947 por Ted Tetzlaff. Una serie b de la RKO, esa maravillosa productora cinematográfica cuyas películas siempre parecían ser eso: de serie b. Una muestra de cine negro cuyo inicio quita el aliento y su desarrollo es un auténtico placer. Puedes leer este comentario siguiendo el enlace:




El buenazo de Pat O'Brien hace aquí de tipo requeteduro como es de rigor en el género y Anne Jeffreys se debate, gracias a los vaivenes del guion, entre los gestos de mujer fatal y las miradas de niña educada en un colegio de monjas. Nos gusta en las dos versiones, claro, pero se hubiera agradecido más consistencia en la elaboración de su personaje. Eso sí, su presentación en la película es antológica: en las dos primeras capturas de pantalla es ella quien habla, dando la réplica el tío Pat en la tercera. Diciendo las palabras que todos hubiéramos dado un brazo por responder en esa situación.




En el fondo es una buena chica, pero vaya compañías que se gasta. Y compañías no de me tomo un té contigo y me voy, sino de esas de... Bueno, ya sabéis, mejor el té me lo tomo contigo en el desayuno. Nunca me ha pasao, pero así me han contado que pasa.


Walter Slezak hace de súper malo. Con esa cara de bebé inocente da un miedo que no veas.


Mientras él se dedica a dibujar en su cuaderno sus matones dan palizas a diestro y siniestro. Es un tío elegante, pero le gusta repartir leña. Bueno, que otros la repartan por él, que para eso es el jefe y el cerebro pensante de la banda. Sus secuaces son unos bodoques de cuidado. Ni hablan. ¿Para qué?


Podemos comprobar en el fotograma justo debajo de estas líneas que la paliza ya va por la mitad. Todavía queda un ratillo.


Hala, paliza finiquitada. Justo a tiempo para dejar el dibujín listo para enmarcar...


Anne también reparte lo suyo. Una de esas bellezas frías, gélidas, que tanto gustan en este tu blog. Bueno, el mío, pero el tuyo también si quieres, ya sabes.