lunes, abril 30, 2012

EAM # 18: El moderno mosquetero, de Allan Dwan (1917)



Mi comentario de esta semana para la página de cine de Emilio Luna El antepenúltimo mohicano está dedicado a la trepidante película El moderno mosquetero (A Modern Musketeer), dirigida en el año 1917 por Allan Dwan y protagonizada por el "ciclón" Douglas Fairbanks. Dos personajes míticos de la historia del cine. Poco más de una hora de acción sin igual y diversión sin límites. 

Puedes leer el comentario





El genial Fairbanks corre, salta, trepa, golpea y salva a todas las damiselas en peligro (o no) que se encuentra a su paso. Todo ello a carcajada limpia. ¡Su risa no puede resultar más contagiosa!




Un ciclón asola Kansas el día en que nace a la vida nuestro moderno mosquetero. ¡No es para menos! 22 años después otro ciclón semejante se llevaría a nuestra adorada Dorothy al país fabuloso de Oz.


La magnífica Zasu Pitts tiene un pequeño papel en esta película. Enamorada del personaje de Fairbanks, qué pensabais. 


Así celebra nuestro héroe que su padre le dé el beneplácito de salir a recorrer mundo en busca de aventuras.


El Gran Cañón será el telón de fondo de la historia en el tramo principal de la película. Fairbanks trepa por los precipicios como si estuviera en su casa.



El magnífico Tully Marshall tiene un papel decisivo en la película. Forajido por culpa de una injusticia, nuestro héroe lo ayudará en su redención.


Marjorie Daw es la joven acosada por múltiples peligros, el peor de ellos ser el objeto de deseo de un detestable millonario. Como en los mejores folletines, pura herencia de las tramas de las novelas góticas. Todo parece indicar que se enamorará del aventurero. En fin, una película que es diversión en estado puro. Una de esas que al terminar uno está sonriendo y no puede parar hasta que la vida real te despierta de nuevo.

domingo, abril 29, 2012

EAM # 17: La barquera María, de Frank Wysbar (1936)




Os dejo aquí mi comentario para la página de cine de Emilio Luna El antepenúltimo mohicano que en esta ocasión estuvo dedicado a la maravillosa película alemana La barquera María (Färhmann Maria), dirigida por Frank Wysbar (Wisbar cuando se instaló en los EE.UU.) en el año 1936. Joya oculta del fantástico europeo de crepuscular atmósfera. Una ensoñación siniestra que es sin embargo un encendido canto al amor puro, aquel que es capaz de vencer a la misma Muerte. Una Muerte que se pasea vivita y coleando por los hermosos paisajes casi irreales de esta película prodigiosa. Y no está de vacaciones.

Puedes leer el comentario




La Muerte, de género masculino en alemán, está interpretada de manera impresionante por el actor Peter Voß


Sybille Schmitz es María, la joven vagabunda y apátrida que se enfrentará a la Muerte para salvar a su enamorado.


La ciénaga que María debe atravesar cada vez que se dirige de su cabaña junto a la balsa con la que los viajeros cruzan el río hasta el pueblo.


Podrían ser los Jinetes Negros junto al Brandivino en la balsa de Balsadera viendo escapar a los hobbits. Pero no. Aunque aquí también persiguen al protagonista buscando su muerte. Da igual, Ella ya ha emprendido la caza por su cuenta.



El fabuloso tramo final es un desesperado enfrentamiento entre la joven María y la eterna Muerte. El sonido del viento aullando en la noche, la madera rasgando las aguas, el aliento congelado ante la catarsis final.







Una película en verdad fabulosa y única, de una poesía por momentos tan macabra como hermosa, tan desgarradora como extraña.


viernes, abril 27, 2012

Ciento volando # 1




Pues ya está aquí el número 1 (el segundo) del fanzine que está revolucionando el mundillo underground (o no) de Cáceres: Ciento volando. Una iniciativa que aplaudimos a rabiar porque no se trata solo de realizar un fanzine, sino del carácter de quienes lo hacen y su admirable empeño de dar salida a todos aquellos que están moviéndose por estas tierras perdidas de las manos de cualquier dios. María Polán, Ana Suárez, Elena Bautista y Carlos González son el corazón de esta propuesta. ¡Todo el mundo a comprarlo, que es necesario un número 2!

En esta ocasión, además de los cuatro creadores participan las siguientes mentes desquiciadas: Nuria Díaz, Santi Decimavilla, Fermín Solís, Mayte Alvarado, Borja Rivero, Jesús Fernández, Irati Fernández, Roberto Carbajal, Cinta Arribas, Víctor Manuel Jiménez, Brea_Meta 49, Lourdes Méndez, Sheila Arnela, Kolejo, Gabriel de los Bueis GAB, Raquel Barrantes, Amanda León, María Ramos, Nuria Cano, Jorge Municio, Sara Iglesias y Ana Pedrera. También yo con un poético, sensible y delicado relato sobre destrucción cerebral y espíritus encabronados titulado La punta del lápiz.

Como regalo, un sobre de Peta Zetas. Ojo que el sabor es Cola, el mejor. 

Estará a la venta en los sitios habituales (podéis ver cuáles son en su blog) o bien pidiéndolo por correo a cientovolandofanzine@gmail.com




Para su presentación y puesta de largo se celebró una fiesta en la que actuaron dos grupos: los reyes del sonido garaje THE BUILDINGS y los emperadores del sonido tiza chirriando sobre una pizarra DÍA X MENOS 60 (¡mi grupo!). Puedes ver algo de lo que ocurrió aquella noche AQUÍ y carteles y anuncios AQUÍ.



miércoles, abril 25, 2012

Chocky, de John Wyndham (1968)



El último libro que escribió John Wyndham (1903-1969), Chocky, fue publicado un año antes de su muerte. Tras narrarnos invasiones alienígenas tremebundas, otras soterradas y secretas, amenazas sin cuento y desastres atómicos que dejaban la Tierra convertida en un estercolero postnuclear, Wyndham optó en esta ocasión por una aventura menor, casi íntima, que apenas abandonaba el entorno de una familia formada por los padres y sus dos hijos, un niño y una niña más pequeña. Pocos personajes y ningún tipo de amenaza mundial, nada que pusiera en peligro la existencia de todo el globo. Solo un niño, Matthew, y su extraña amiga Chocky. Que en un principio también podría ser una amenaza, pero solo y únicamente para ese niño que es el único que puede oírla.

Si Wyndham hubiera adoptado el punto de vista del niño y no el de su padre, quizá estuviéramos hablando de un clásico absoluto de la literatura juvenil. Sin embargo, aunque el autor muestra su tono más amable en esta novela, no por ello se decanta por lo fácil y narra la historia desde el punto de vista del padre, que si bien cree en su hijo desde el primer momento y es sencillo empatizar con él, elimina de un plumazo la identificación que cualquier joven pudiera tener con Matthew, al menos de manera directa. David, el padre, impone como narrador unos supuestos que lo sitúan de parte de su hijo, pero a un lector joven le resultarán ajenos sus problemas con su esposa, Mary, para tener hijos (Matthew es adoptado por ellos), sus elucubraciones sobre las fallidas relaciones con la familia de ella y sus dudas sobre si lo que le sucede a Matthew es real, y si de serlo esto puede resultar peligroso para él. La sensación es que Wyndham ha querido contarnos un cuento de niños para adultos. A través de su protagonista nos obliga a adoptar la actitud de un niño y a mirar con sus ojos. Pero solo así podremos comprender a Matthew y saber que nos dice la verdad. Porque algo habla a Matthew en su cabeza, pero ni está loco ni se ha inventado un amigo invisible como hiciera en el pasado su hermana pequeña Polly. Chocky es real.

A pesar de las diferencias de tono y atmósfera, Wyndham insiste con una de sus temáticas predilectas: lo nuevo, lo diferente, lo que es superior a nosotros nos produce rechazo y debemos destruirlo. El hombre como animal que castiga y destierra la diferencia, incapaz de comprender y asimilar al otro, al distinto, a todo aquello que no puede comprender. 

Con una trama minúscula, deteniéndose con delectación en la relación que se impone entre ese padre que, al contrario que el resto de los adultos, sí lucha por comprender, y su hijo, que habla con una entidad superior en el interior de su cabeza. La delicadeza, el cuidado, la manera magistral en que nos muestra la psicología y el carácter de ese niño al que todos creen poseído, loco, enfermo o simplemente atravesando una fase típica de su edad y hacernos creíble su imposible situación son propias de un maestro. Y no solo en lo referente a Matthew. Aunque se detiene de manera muy breve en su hermana Polly, cuando Wyndham nos relata los días que la pequeña introduce en la familia a su amiga invisible Piff demuestran su impresionante capacidad para entender a los niños y, en especial, para hacernos entender a nosotros, adultos, qué piensan y sienten ellos.

De una apabullante sencillez, Chocky es una novela que se lee con agrado y emoción. Un final en voz baja cuyo susurro perdurará en nuestra cabeza por mucho tiempo.

Chocky tuvo una adaptación televisiva: una serie de tres temporadas (1984-1986) producida por la Thames Televisión inglesa y escrita en su totalidad por Anthony Read (que escribió, entre otras cosas, episodios para la formidable serie Dr. Who y para la mítica Sherlock Holmes protagonizada por Peter Cushing). No he visto ninguno. Vamos, que ni tan siquiera tengo el vago recuerdo de haber visto algún episodio en mi adolescencia, así que poco os puedo decir. Eso sí, goza de un pequeño pero potente culto en determinados foros de internet. También denotan esos mismos foros que ese culto se debe al recuerdo, no nace de haber visto los episodios de forma reciente. En fin, ojos que mitifican como los del mismo Matthew. La Chocky televisiva ejerciendo el mismo poder fascinador que la del libro, las dos etéreas e inaprensibles.

WYNDHAM, John. Chocky. Traducción de José Real Gutiérrez. Barcelona: Minotauro, 2010. 189 p. Clásicos Minotauro. ISBN 978-84-450-7767-2. 

miércoles, abril 18, 2012

Las crisálidas, de John Wyndham (1955)


“Me asombraba descubrir cuánta gente parecía poseer información positiva, si bien conflictiva, acerca de las opiniones de Dios.” (p. 191)

Las crisálidas (The Chrysalids, 1955) es la tercera novela que escribió John Wyndham (1903-1969) después de la Segunda Guerra Mundial. Antes había escrito para revistas de ciencia ficción historias consideradas menores por la crítica oficial. Hasta que no las lea todas esto no me lo creo del todo, aunque también es verdad que la calidad de estas seis novelas con las que dio fin a su carrera literaria parecen ser el culmen de su obra. De las cuatro que he leído afirmo con total pasión que son cuatro obras maestras de la ciencia ficción, esto es, como decimos siempre, cuatro obras maestras de la literatura mundial. Si no lo sintiera así, no lo escribiría. A día de hoy, El día de los trífidos (The Day of the Triffids, 1951) me sigue pareciendo una novela infinitamente superior, más dura y de más alcance filosófico, aparte de más emocionante, que el Ensayo sobre la ceguera (1995) de José Saramago, novela con la que la comparo porque parte de una premisa idéntica. También porque me da la gana, para qué os voy a engañar.

En Las crisálidas Wyndham nos muestra una Tierra que ha sufrido una hecatombe nuclear, la así llamada por todos Tribulación. El planeta es ahora un pudridero radioactivo en el que los humanos intentan sobrevivir. Las mutaciones provocadas por el radio afectan tanto a las plantas como a los humanos. El niño David crece en una comunidad agraria en una zona que, aunque sufre las mutaciones, parece del todo descontaminada. Está situada en la antigua provincia de Labrador, Canadá. Quizá el único lugar del mundo que conserve el aspecto y la esencia del Viejo Pueblo, los humanos tal y como eran antes de la guerra nuclear. Y para mantener esa pureza se aplica un estricto código en el cual toda mutación será exterminada.

Vemos así crecer a David en un entorno que recuerda sobremanera al de los primeros colonos anglosajones de los Estados Unidos, comunidades aisladas y unidas por un férreo concepto de la religión que ahoga y castiga con la muerte la diferencia. Cualquier atisbo de mutación es eliminado sin contemplaciones, pues todo lo que se aleja de la imagen de Dios no es humano ni es puro, por lo que el exterminio no es sino una forma de alabar a Dios. En tal ambiente, David la verdad es que las pasa canutas sabiendo que a la vista de todos es normal, pero madre mía que resulta que es un telépata de los demonios. ¡Y no está solo! La angustia, el miedo, el crecer en un ambiente hostil en el que cada vez que se nombra a Dios y su palabra es para hacer sufrir, torturar o matar a alguien conforman un entorno de pesadilla que Wyndham nos describe de manera prodigiosa. Porque nunca deja de hacernos ver todo a través de los ojos de ese niño, David, y en ese mundo de terror un niño nunca deja de contemplar todo lo que le rodea con ojos curiosos y anhelantes de conocer el verdadero sentido de aquello que conforma su realidad. En su aparente soledad pronto encontrará refugio en los pocos que son como él y en su tío Axel, el único adulto, la única persona no mutante que lo ayudará.

Toda la primera mitad del libro transcurre en esta comunidad formada por granjas colindantes tan temerosa de Dios como de las mutaciones que puedan sufrir sus hijos y sus cosechas. El día a día de David, la ocultación continua de su condición, el descubrimiento de otros niños, pocos, con su misma cualidad, la vida asfixiante en una comunidad donde la religión ahoga la existencia en un mar de miedo y delación deviene un relato apasionante, entre la angustia y el retrato descarnado de una comunidad fundamentalista, enemiga de lo diferente y de lo nuevo, que resulta casi hiriente por su actualidad. En realidad eterno, pues refleja al hombre tal y como es, con todo lo bueno y con toda su obsesiva y destructora maldad.

Wyndham nos describe con emoción y tensión prodigiosas estos años de crecimiento y conocimiento, cómo David descubre con dolor qué significa ser diferente, el terror constante a ser descubierto y la solidaridad natural entre aquellos que son como él. Hasta que Petra, su hermana pequeña, da muestras de poseer el mismo poder pero con una intensidad desconocida e incontrolable. Esto provocará más adelante un giro en la vida de todos los personajes que llevará la novela por otros derroteros, igual de apasionantes pero quizá no ya, a mi gusto, tan apabullantes. La segunda mitad del libro se lee igualmente con emoción, la intensidad no decae, pero la aventura resulta menos poderosa que la descripción de una comunidad enferma en su corazón.

Justo en su novela posterior, Los cuclillos de Midwich (The Midwich Cuckoos, 1957), Wyndham nos volvería a mostrar un pequeño grupo de niños acosados hasta ser destruidos por una sociedad que ni los comprende ni los acepta. En ambos casos seres superiores que reciben el rechazo y el odio de quienes se niegan a aceptar que la evolución sigue su curso y deja atrás sus restos. Y estas formas superiores adoptan la forma de sus propios hijos, a quienes no dudan en exterminar. Los cuclillos de Midwich sería llevada al cine en el año 1960 bajo el título de El pueblo de los malditos (Village of the Damned) dirigida por Wolf Rilla, una película genial por la que siento una adoración que no logro entender. Bueno, un poco sí, pero como me ponga a intentar explicarlo esta entrada será interminable. Baste con decir que a ella pertenece la fotografía que encabeza este blog. En el año 1995 John Carpenter haría un remake que, tal y como se las están gastando en Hollywood rehaciendo viejas películas, con el tiempo hasta habrá que darle las gracias por al menos, sin ser una buena película, haberle puesto cariño.  
   
Resulta curioso que poco después fuera el mundo del cómic de superhéroes el que retomara muchas de las ideas aquí expuestas, en concreto la editorial Marvel y su Patrulla X (X-Men), en la cual, a través de sus aventuras, se mostraban el concepto de mutante y el sentido de diferencia y aislamiento que esto conllevaba de forma idéntica que en la novela de Wyndham, si bien en un contexto bien distinto.

Hay grandes momentos en Las crisálidas, pero quizá uno de los más impactantes y conseguidos sea cuando el tío Axel, la única persona en esa comunidad cerrada en sí misma e ignorante del exterior que piensa que el centro de la existencia está en el salón de sus casas que sí ha recorrido el mundo y por eso está abierto a comprender lo diferente, le cuenta a David acerca de sus viajes. Cómo en tiempos él vivió en una ciudad junto al mar y en uno de sus viajes como marinero llegó más allá de las Malas Tierras, dejando atrás las Tierras Agrestes y los Bordes hasta llegar a las terribles y desoladas Costas Negras. El lector va por delante de los personajes, que hablan de esto sin en realidad tener conciencia real de lo que ha ocurrido en el pasado, una devastadora guerra nuclear, y dan sentido casi místico a la pesadilla en la que se ha convertido el planeta. La prosa de Wyndham brilla de manera especial en esas páginas en las que nos sumerge en la sombra de una Tierra devastada y desconocida descrita a través de unos ojos que ven pero no logran comprender. Sin embargo, ojos abiertos lo suficiente para aceptar la incomprensión, para saber que el conocimiento que poseen no basta para desentrañar la verdad. Esta actitud socrática será la que los mantenga libres y alerta, capaces de comprender lo desconocido y aceptarlo cuando al fin decida desvelarse ante sus ojos.

WYNDHAM, John. Las crisálidas. Prólogo de Christopher Priest; traducción de Ángel García Fluixá. Barcelona: Duomo, 2011. 245 p. New York Review Books. ISBN 978-84-92723-33-1.    

lunes, abril 16, 2012

EAM # 16: Suspense, de Frank Tuttle (1946)



Con un poquillo de retraso traigo el enlace a la entrada de la página de cine del amigo Emilio Luna El antepenúltimo mohicano en la cual comenté la hipnótica película de Frank Tuttle Suspense. Una rareza que quizá os aburra a más de uno pero que a mí me resulta fascinante. Entre penumbra y susurros nos es contada una historia de crímenes y venganzas con un halo fantasmal en verdad tenebroso en su tramo final. ¡Con la asombrosa Belita, The Ice Maiden, de protagonista!

Puedes leer el comentario






El espectacular y macabro número de Belita sobre la pista de hielo. Uno de los mejores de la película, aunque me gustan todos.


Las sombras al fondo del plano nos avisan del peligro constante que sufre nuestra adorada Doncella de Hielo.




Albert Dekker, el inolvidable Dr. Cyclops, magistral tanto de espectro vengativo como de marido elegante que encaja con elegancia que el guaperas de turno le robe la esposa. Eso sí, en apariencia, porque como todo buen malvado el odio se va cocinando a fuego lento bajo su expresión educada. ¡Vamos, si hasta aparece acariciando un gato con gestos amanerados! Nuestro héroe. 



La secuencia en la nieve es breve pero de una intensidad sobrecogedora. Y Belita en plan exótico ya es el delirio máximo. Arriba, con el secundario de la voz rota Eugene Palette.


A lo largo de la película Belita es fotografiada casi siempre mostrando su perfil derecho o con el izquierdo en sombras. Pero no en todo momento esto es posible, y entonces descubrimos por qué: donde su ojo izquierdo acaricia la sien nace una cicatriz que se arrastra como una lágrima por su mejilla. La Doncella de Hielo era tan frágil como el cristal, y solo en la pista de patinaje era poderosa e indestructible. En nuestra memoria vivirá siempre con la fuerza de una diosa gélida.



lunes, abril 09, 2012

Un rey sin diversión, de Jean Giono (1946)


Escrita al parecer en un momento de crisis o dudas creativas, Un rey sin diversión (1946) es la primera de la serie de novelas que el escritor francés Jean Giono (1895-1970) denominó como Crónicas. Nunca había leído nada de él, y aunque me atraen más las obras de su Ciclo del húsar, pues basta que uno lo desee así para que empiece por el sitio contrario, que no equivocado. El resultado ha sido una lectura apasionada a ratos, por momentos algo aburrida, pero siempre agradable y sencilla. Vamos, que te la lees de un tirón en una tarde.

Es una novela que en realidad son tres, o una dividida en tres tramos temporales distintos de la vida de un pueblo, sus habitantes y el capitán de la policía Langlois. Cada una con un narrador distinto y con un tono entre poético en sus descripciones y frío en el relato, pues por algo adopta el sobrenombre de Crónicas: de eso se trata, de mantener un tono desapasionado y frío para narrar historias que para nada te harán sentir así. Al menos mientras, en mi opinión, ojo, esto no lo tendría ni que aclarar pero por si acaso, la novela funciona a la perfección.

En el primer tramo de la novela asistimos a un relato de crímenes. Un misterioso asesino hace estragos en un desolado pueblo de una región francesa perdido entre agrestes montañas y sepultado entre la nieve. La atmósfera que Giono consigue impregnar a la historia es de una fuerza sobrenatural, casi tanto como esa naturaleza salvaje e inconquistable que tan bien sabe trasmitirnos desde sus páginas. El momento en que uno de los personajes comienza a seguir al asesino sin que este se percate de su presencia a través de un paisaje desolado es uno de los momentos más poderosos y magníficos del libro.

Como he indicado, no llevamos ni un tercio del volumen cuando la historia del asesino llega a su fin y se pasa a otra con los mismos protagonistas. Salvo los muertos y el asesino, se entiende. Si la acción comienza a desarrollarse en 1843 y es narrada por una voz actual, esto irá cambiando a lo largo del relato. En el segundo tramo la acción se desarrolla unos años después, cuando Langlois vuelve para quedarse en el pueblo donde se desarrolló el caso del asesino. Pero ahora ya no es un gendarme: es comandante de montería de lobos.

De esta segunda historia, que Giono sabe engarzar de manera magistral a la anterior de manera que parece que todo continúa cuando en realidad hemos dado un salto importante, muchos destacan las páginas que Giono dedica al caballo de Langlois. Casi podría considerarse un relato breve dentro de una narración mayor, pero por eso mismo Giono definió esta novela como Crónica. Este relato gustará a todos los que se sientan un poco perdidos ante el estilo y la forma de narrar de Giono: encontrarán aquí algo a lo que aferrarse, una narración agradable de leer, sin duda la más amable y divertida del libro, con un carácter entrañable que a mí es la que me ha resultado más ajena.

Cuando las aventuras de este Platero al que todos aman tocan a su fin comienza el que para mí es el segundo gran momento de la novela: la caza del lobo, la gran batida que reunirá a un grupo numeroso de hombres (y dos mujeres que valen lo que casi todos ellos juntos) en una persecución, otra más, que dará como fruto algunos de los mejores momentos de la novela. Los silencios, la blancura, el frío, el sentirse perdido y solo entre las enormes extensiones de los bosques y las montañas… Giono consigue estremecer con estas sensaciones. La batida de caza podría durar años, que nosotros seguiríamos leyendo embobados. Porque aquí lo importante no es lo que pasa, que también, sino cómo nos lo cuenta el autor que nos embelesa con su ritmo y sus palabras.

Y entonces llegamos al tercer tramo, ambientado años después, narrado por otro personaje de la novela, la ex prostituta Salchicha, dueña del Café de la Carretera del pueblo que coprotagoniza la historia. Y a mi gusto el peor con diferencia, el más aburrido y en el que Giono, es verdad, realiza todo un brillante esfuerzo narrativo por llevarnos hasta el final sin respiro con su prosa brillantísima sin darnos tiempo a pensar. Y es verdad que esa descripción de una mesa recién puesta como si fuera un mar cristalino y esplendente quita el aliento, pero no se mantiene todo el tiempo ese nivel. Ya sabemos el truco de Giono a estas alturas: revelarnos lo mínimo para que sigamos leyendo deseando saber a dónde nos lleva todo, pero en esta ocasión el camino se hace largo por muy doradas que sean sus baldosas y el desenlace no está a la altura.

ATENCIÓN: en el párrafo final comento algo que si no has leído la novela y piensas hacerlo, de seguro no querrás conocer aún. ¡Avisado estás, caminante!

En Un rey sin diversión el esquivo Langlois mata a tres animales, a tres bestias bien distintas, pero bestias a fin de cuentas: una que lo es por degeneración y maldad humanas; otra porque es un depredador por naturaleza, no es consciente ni del bien ni del mal, solo es un lobo hambriento y solitario; y la tercera porque, así se afirma en más de una ocasión, aunque no es una bestia como el asesino bien podría serlo. La fascinación por la sangre no deja de ser fascinación por muy hermosa que refulja sobre la nieve.

GIONO, Jean. Un rey sin diversión. Introducción y traducción de Isabel Núñez. Madrid: Impedimenta, 2011. 216 p. ISBN 978-84-15130-22-2.   

martes, abril 03, 2012

EAM # 15: Oro en barras, de Charles Crichton (1951)




La productora británica Ealing Studios fue la protagonista esta semana pasada de mi comentario cinéfilo en la página El antepenúltimo mohicano. La película elegida para representar a estos estudios recordados por todos por sus magníficas comedias fue Oro en barras (The Lavender Hill Mob), dirigida por Charles Crichton en 1951. Como era habitual en la productora, las risas vienen acompañadas de una extraña melancolía siempre provocada por la resignación ante la pérdida de la felicidad. Aquí, un atraco perfecto que dará a sus protagonistas un breve fulgor de grandeza. Una película maravillosa e inolvidable, un clásico imperecedero. ¡Viva Brasil!

Puedes leer el comentario









Ya sé que os va a importar un pimiento, pero allá va: el logo de la Ealing Studios fue el referente que tuvo en mente el gran Fermín Solís a la hora de diseñar el logo de nuestro grupo antimusical Día X menos 60